No es un problema de buscar el culpable; es una necesidad de ayudar a quienes se han quedado desamparados, muchos de ellos afectados hasta el punto de perder su medio de subsistencia.
Ya no solo es un problema ecológico, muy grande por cierto, y del que hemos hablado en otras ocasiones; ahora también (no menos importante) es un problema económico, que bien se pudiera reducir desde una persona individual, una familia, un estado, un pueblo.
Pero bueno, qué más da, el daño está hecho, y no se sabe por cuánto tiempo; pero tampoco se conoce hasta dónde podrán llegar las consecuencias de un capricho avaricioso.
¿No estaban acaso alertados de lo que podría suceder? ¿A quién le importó? ¡A nadie! Siempre que diera dinero…. Ahora está el resultado, claro, ninguno de los perjudicados es parte de la familia de los dueños de la corporación ¿O sí? ¡Difícil!
Ahora se me ocurre, estarán los hombres (sobre todo los de las zonas más afectadas) incluidos entre los grupos de especie amenazados en desaparecer. Esperemos que no. Aunque sí sabemos que están entre los grupos de los que lo han perdido todo. Esperemos que al menos, los culpables sean capaces de recompensar un poco el daño que han causado.
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