martes, 30 de noviembre de 2010

Una guerra por la vida

Para nadie es un secreto, quizás se está tomando más en serio cuánto puede sufrir el hombre si no se detienen los abusos indiscriminados que contra el medioambiente se han estado sucediendo en todo el Planeta.

Muestra de ello fue la intervención inaugural del presidente de México, Felipe Calderón en  la Cumbre del Cambio Climático que desde este 29 de noviembre sesiona en el balneario de Cancún, del estado de Quintana Roo, en esa nación centroamericana.

El máximo líder del país azteca resaltó la ola de interés que por el tema del efecto invernadero, se levanta entre los distintos sectores sociales de todos los continentes.
El encuentro, que reúne unos 25 mil asistentes de 194 países deben salir de esta reunión sensibilizados con la responsabilidad de la Cumbre ante estos reclamos ya que, aseguró Calderón, el cambio climático afecta a todos por igual.
La Conferencia Marco de las Partes de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP-16) es el espacio de donde deberá salir el convencimiento de la necesidad de cambiar el modo de vida que se ha llevado hasta ahora con la emisión de gases contaminantes, pues el calentamiento global empeorará la situación del medio ambiente en todo el mundo.
El escenario de esta reunión pretende ser una muestra de cuánto se puede hacer para disminuir las emisiones de dióxido de carbono y estabilizar el clima a nivel planetario. Pues el complejo hotelero  Moon Palace, sede de la Cumbre, es una instalación de 80 metros de altura, que con aspas de 34 metros de longitud y tiene capacidad generadora como para suministrar luz eléctrica a dos mil 300 hogares. Esta es la primera de su tipo que se instala en la península de Yucatán, en el sureste de México.
Aunque las expectativas de acuerdo sobre la reducción de emisiones que causan el calentamiento global, no debe constituir el resultado final de la cumbre, los representantes de las naciones se verán influenciados a tomar partidos seguros en la próxima reunión en Sudáfrica, como el lugar de firma de un nuevo protocolo mundial.
Gran parte de responsabilidad tienen los países desarrollados, en los que se pretenderá influir de manera determinante el próximo año en Sudáfrica; con el fin de alcanzar pactos integrales con resultados a corto plazo.
China y Estados Unidos aparecen respectivamente en los primeros lugares de contaminación, aunque ambos demuestran convencimiento en la necesidad de reducir los daños que todavía sufre desmedidamente el medioambiente.
Faltaría por ver cuánto se cumplen las promesas; al menos ya hay conocimientos de la realidad de que se está hablando. Pero no solo convencerse es lo necesario, hay que actuar, y hacerlo rápido, antes de que sea demasiado tarde.
Sobre todo estas dos naciones que son determinantes en la firma de convenios, deberán, antes de la reunión en Sudáfrica sellar con hechos el apoyo que a este pedido hace hoy el mundo.
No valen las palabras solamente sino los hechos; hasta que no respondan al llamado del mundo que exige a los poderosos metas de reducción y obligaciones financieras que garanticen una protección de la Madre Tierra y de la filosofía del “buen vivir”; hasta ese entonces no habremos ganado la guerra.
Una guerra de convencimiento y por la vida.

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