jueves, 29 de abril de 2010

¡La tapa del pomo!

¿Será que hemos llegado a la cúspide? Esta pregunta me martilla constantemente, sobre todo al comprobar cada día que los efectos de las acciones de los hombres destruyen poco a poco el medio que nos rodea.
Ahora fue la explosión y hundimiento de la plataforma petrolera ubicada en el Golfo de México.
Aquí están los primeros resultados de la explotación desmedida e incontrolada de las riquezas que fueron creadas para satisfacer las necesidades del hombre y no las avaricias de algunos pocos.

¿Hasta dónde llegarán las consecuencias de este desastre? Solo el pasar de los días lo podrá responder. Lo que queda en la incertidumbre es quién sufrirá más con todo esto: el hombre, la tierra, las especies marinas, el fondo del océano, o la capa de ozono.

Por supuesto hay que tratar de “salvar la situación”, ¿a costa de qué? De cualquier consecuencia. ¿Cuánto soportará la atmósfera, la capa de ozono, con el humo que expele el incendio provocado para evitar el  desplazamiento de la mancha de petróleo.

Como versa un viejo refrán: “Éramos pocos y parió catana”. Como si fuera insuficiente los fenómenos que cada amanecer amenazan a los habitantes del planeta.

Bueno, no soy muy creyente de las predicciones bíblicas, tampoco muy seguidora de los que dicen que la Tierra desaparecerá en el 2012; pero ¡Hasta dónde acrecentarán los hombres el sufrimiento de la naturaleza!
Nadie más, solo nosotros, los hombres; para quienes fue creado el universo, acabarán con todo lo que les fue dado para vivir y ser mejores.

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