miércoles, 19 de mayo de 2010

De arriba a bajo del océano


Parece insuficiente e inconveniente que se sepa a simple vista cómo se mueve la gran mancha de petróleo por las aguas del Golfo de México.
¡Claro, demasiado evidente comprobar el crecimiento y afectación tan solo sobrevolando el área o a través de los satélites!!Hasta las especies marinas amenazadas o muertas se pueden ver desde una foto aérea!
Ahora es “mejor” ¿Para quién? Bueno, para quienes no quieren que se sepa la verdad, que son esos mismos que se saben culpables y no quieren que se les mire con malos ojos… “¡Serían muchos pares de ojos mal puestos sobre ellos!”.

Pero la realidad, para la mayoría de los hombres, y entre ellos yo, es que el daño va más allá de lo que podemos ver, o de las personas que deban pagar por los grandes errores cometidos.

¿Hacia dónde se dirigirá la gran mancha de petróleo que hoy recorre el fondo del océano Atlántico?

Eso nadie lo puede asegurar, lo que sí es innegable, es que muchas especies serán muy pronto página pasada, tendrán las generaciones futuras que recurrir a fotos o libros para saber cómo eran o dónde estaban. ¿Habrá muchos a quienes esto les interesa?

Sí, estoy segura que sí, de esto dependen muchas cosas en la vida futura de los hombres; sin embargo hay unos pocos que se empeñan en darle la espalda a estos problemas y se creen invulnerables a esos cambios.
¡Qué horror! ¡Qué equivocados están!

Les advierto, no lo digo por mí, y no sólo por las generaciones de los nietos de mis nietos…; no. Lo digo por todos. De un extremo a otro del Planeta, a todos nos concierne.

¿Han pensado que está a punto de desaparecer el mayor asentamiento de arrecifes? Ese que está próximo a las costas de los Estados Unidos; y… ¡nada se puede hacer contra ello!

Ya hay quienes han renunciado a sus cargos gubernamentales (¿cargo de conciencia?) Hay otros que no se cansan de hacer promesas y previsiones, ¡ojalá sean ciertas!

Lo real, lo invariable, lo certero, hasta hoy; es que la amenaza crece, la catástrofe aumenta; el peligro se hace cada vez más inminente… parece inevitable.

¡Pobre de los hombres y del mundo!

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