Por ser hombre de pueblo, por ser ejemplo verdadero, por estar siempre en nosotros, mis respetos.
A quien nunca puso trabas, ni peros, ni obstáculos, ni siquiera justificaciones. A quien siempre importó más el prójimo que su propio ser. A quien su pueblo y su Patria, eran lo más importante. A ese va dirigido mi respeto.
A ti, Camilo, que como bien sentencia tu apellido, eras hombre de los cien fuegos; porque nunca temiste al peligro y estuviste del lado de quienes te necesitaban. Un aleluya par ti.
Comandante del sombrero alón, Caballero de la sonrisa amplia, Héroe de Yaguajay; como quiera que sea te llamen, un homenaje para ti.
Otra vez al mar que rodea nuestra Isla se convertirá en una superficie de flores; pero nunca serán suficientes para el agradecimiento.
Miles, millones de flores de todos los colores y tamaño, todas van al mar; porque hasta donde no llegan las costas, donde pasan los ríos, y los niños dejan caer ilusionados sus ramitos hechos con tanto amor, desde ahí, todos van a parar al mismo lugar: el mar.
Es 28 de octubre, día de rendirte tributo; no por ello, no lo creas, el resto del año no hablamos de ti. Lo hacemos, y siempre, es con ese respeto que te ganaste, con esa admiración que desde que nacemos nos enseñan tus historias y anécdotas.
Eras inigualable. ¿Qué digo eras? Eres. Tu sentido del humor, tu jocosidad, tu responsabilidad, y tu humanismo; todo eso tuyo es lo que nos conforma a los cubanos. Otra vez nos demostraste que eras el hombre de pueblo.
En ti encarnó el ideal del cubano; por eso…. No solo por eso, por todo: ¡Mi eterno respeto, Comandante!
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