Siempre me he sentido privilegiada o bendecida por vivir en una ciudad tan linda, sobre todo una ciudad con una bahía que ocupa casi toda la zona norte y de la cual disfruto diariamente desde la ventana de mi oficina de trabajo.
Nunca lo voy a lamentar, incluso ahora, cuando las temperaturas han descendido más de lo que casi puedo soportar.
Soy de las que piensa que el frío es parecido a una enfermedad; pasarse el día entre ropajes, con las manos escondidas o cerradas buscando calor, o tener que estar con las ventanas de la casa o la oficina cerradas “a cara y canto”, como decimos los cubanos; eso no me agrada mi un poquito. Pero qué le vamos a hacer, no queda alternativa.
Este miércoles fue super-sorprendente, aunque vuelvo a confesarlo, es una dicha vivir en esta ciudad costera, pues no sufrimos las consecuencias de nuestros coterráneos del interior de la provincia de Matanzas.
Quienes conocen nuestro territorio saben que la zona de los municipios de Colón, Jagüey Grande, Ciénaga de Zapata, Jovellanos, etcétera, etcétera, etcétera… ¡SON TERRIBLES! Si de invierno se trata. Sobre todo quienes pasamos por la bella experiencia de estudiar en nuestra juventud en las escuelas en el campo del gran complejo citrícola del Sur de la provincia: me refiero al plan estudiantil de Jagüey. ¡Qué días aquellos! No sé si sería por la edad, que no lo deja a uno sentir frío cuando es joven, o si sería que los inviernos no estaban como los de ahora, cada vez (a mi modo de ver) más intensos. Lo que sí les aseguro que no me hubiera gustado ni un tantito así, estar en la madrugada de ayer miércoles, en ninguna de esas zonas matanceras.
No sé definir qué es peor si un frío seco, o este bien húmedo que nos está llegando por estos días; pero créanme, seis frentes fríos en solo una quincena de diciembre (aunque no soy especialista en la materia) me hacen sobrecogerme, porque solo estoy pensando ¿Cómo será entonces en enero, considerado el mes más frío de la temporada de invierno?
Creo que mejor no pienso tanto, de todas formas hay que enfrentarlo, aunque para mí siga siendo como una enfermedad.
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