Lo sucedido durante estas jornadas es un acontecimiento atípico y espectacular, ya que en apenas cinco días los volúmenes de las presas de la región central cubana rebasaron todos los récords históricos y en menos de 48 horas el mayor embalse del país, la presa Zaza, recibió más de 800 millones de metros cúbicos de agua, informaron especialistas de Recursos Hidráulicos del país.
¿Qué podremos esperar entonces quienes vivimos en esta área del planeta, ahora que se aproxima el inicio de la temporada ciclónica ?
La temporada de huracanes comienza el 1ro. de junio y termina el 30 de noviembre. Resultados de estudios realizados durante años aseguran que en Cuba los meses de mayor actividad suelen ser octubre, septiembre y agosto, en ese orden.
Y aunque no es preocupante la situación de junio y julio, meses próximos a iniciarse, la formación de dos tormentas tropicales en el área del Atlántico dan fe de cuánto puede ocurrir en los venideros seis meses.
El doctor en Ciencias, José Rubiera, director del Centro Nacional de Pronósticos del Instituto de Meteorología de Cuba, explicó durante una entrevista que en los últimos 15 años se ha producido el doble de ciclones tropicales y con mucha mayor intensidad, por lo que aseguró que: “Ese comportamiento se debe al cambio climático, al aumentar la temperatura superficial del mar se producen más huracanes. También existen modelos que indican que por la influencia del dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera hay un cuatro por ciento más de huracanes y un doce por ciento más de lluvias por cada grado de temperatura.”
El experto de la meteorología, voz que sigue el pueblo cubano casi diariamente y una de las principales personalidades en esta esfera en Cuba, pronosticó que los huracanes serán más intensos y tendrán mayores precipitaciones en su zona central. Además, si los vientos son más fuertes la elevación del mar será mayor.
Todo ello conllevará entonces la necesidad de adoptar medidas que garanticen la protección de la economía cubana, fundamentalmente en lo relacionado con la agricultura, la ganadería y los bienes de producción; puesto que la Isla ha desarrollado un sistema de amparo de las vidas humanas, reconocido mundialmente. ¿Qué nos queda? Pues, la única solución es aplicar una estrategia de adaptación.
Según expertos participantes en el 30 Congreso de la Asociación de Estudios Latinoamericanos (LASA por sus siglas en inglés), que recientemente se reunió en los Estados Unidos, aseguran que esta perspectiva obedece a la influencia del cambio climático en una etapa de incremento de actividad de los ciclones, iniciada en 1995.
La solución está en nuestras manos, al igual que el origen de este fenómeno; la vida en el planeta peligra y no busque otra respuesta, la culpa recae sobre la humanidad.
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