-Para todos aquellos que aún están aquí, con nosotros.
Cuando no te conozca, no vayas a pensar que no soy yo, que cambié, que ya no estoy aquí.
Cuando no te conozca solo mis ojos no podrán mirarte como antes, o mis labios no podrán llamarte por tu nombre. O mi memoria no recordará la fecha de tu cumpleaños o el día más feliz de mi vida: cuando llegaste al mundo.
Quizás porque no te conozca te diga un insulto, o te grite una palabrota, o me niegue a comer lo que con tanto cariño me hagas. Pero aunque no te conozca seguiré siendo yo, la misma que te tuvo en el vientre con orgullo, la que te aguantó con fuerza en tus primeros pasos para que no te cayeras.
Seguiré siendo la misma que sufría contigo el día de un examen o la que te ayudó a tomar las decisiones difíciles de tu vida.
La misma que siempre estuvo ahí, en los buenos y los malos momentos, en las alegrías y las tristezas, la que siempre estuvo ahí... cuando me necesitaste.
Todavía ahí estaré, solo que ya no podré ayudarte a decidir, no podré aliviarte el trabajo, y aparentemente te escucharé, seguro sin entender todos los problemas para los que esperarás el sabio y experimentado consejo que necesites.
Pero desde ahora te digo que aunque no te conozca necesito de ti, de tu mano, tu mirada, tu cariño, porque te aseguro que después de mañana y aún por mucho tiempo..., te acordarás de mí.
Cuando no te conozca, no vayas a pensar que no soy yo, que cambié, que ya no estoy aquí.
Cuando no te conozca solo mis ojos no podrán mirarte como antes, o mis labios no podrán llamarte por tu nombre. O mi memoria no recordará la fecha de tu cumpleaños o el día más feliz de mi vida: cuando llegaste al mundo.
Quizás porque no te conozca te diga un insulto, o te grite una palabrota, o me niegue a comer lo que con tanto cariño me hagas. Pero aunque no te conozca seguiré siendo yo, la misma que te tuvo en el vientre con orgullo, la que te aguantó con fuerza en tus primeros pasos para que no te cayeras.
Seguiré siendo la misma que sufría contigo el día de un examen o la que te ayudó a tomar las decisiones difíciles de tu vida.
La misma que siempre estuvo ahí, en los buenos y los malos momentos, en las alegrías y las tristezas, la que siempre estuvo ahí... cuando me necesitaste.
Todavía ahí estaré, solo que ya no podré ayudarte a decidir, no podré aliviarte el trabajo, y aparentemente te escucharé, seguro sin entender todos los problemas para los que esperarás el sabio y experimentado consejo que necesites.
Pero desde ahora te digo que aunque no te conozca necesito de ti, de tu mano, tu mirada, tu cariño, porque te aseguro que después de mañana y aún por mucho tiempo..., te acordarás de mí.
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